Tengo diecisiete años, hoy he decidido mi vida. Seré un revolucionario. Todo lo que haga de aquí en adelante será con el propósito último de cambiar mi país; un fantasma recorre el continente , ese fantasma en América Latina tiene un aliado incondicional en el hambre y la miseria; así como Bolívar juró liberar a América del yugo español en el monte Sacro, así yo en las faldas del cerro de Montserrate, y a los pies de su iglesia cuyas puertas fueron donadas por mi abuelo industrial, juro que libertaré a mi país de los yugos y las injusticias que lo agobian. Yo Lorenzo Mistral he escrito una y otra vez este juramento de diversas maneras, quiero que suene literario, quiero que suene a panfleto, quiero que suene en verso y en prosa. Tal vez haga algunas fotografías para ilustrar mi decisión de luchar por una patria nueva.
Se nos salía el corazón de tan auténtica y profunda emoción, era un universo de sensaciones nuevas, un descubrirle un sentido a la vida. Y es que las cosas tenían un maravilloso y encantador sabor, todo sabía distinto cuando al descubrir la belleza de la revolución descubríamos también el sabor de la saliva en los primeros besos franceses que nos ofrecían las muchachas del barrio. Todo era exuberante, todo tenía un sabor distinto y nuevo, la saliva pura de las muchachas, el olor de la tinta, el sepia de las fotos y el papel de las revistas, la excitación del tacto al acariciar unas manos suaves femeninas adornadas con venitas azules y las formas dulces y encantadoras de unas manos de niña, manos de mujer, manos de hembra, repletas de piel nueva y exhuberante y florecida y desbordante como la saliva incolora, híbrida, pura, transparente como agua sin bacterias ni microbios. Saliva pura, solidificación del sentimiento, forma física y gelatinosa de la palabra amor. Así recuerdo los primeros besos, la humedad de la pureza hecha belleza, la belleza hecha abstracción a través de los labios y el combate sin fin de las dos lenguas. –“Quel plaisir! Mon Amour...”-
Me sentía vaporoso, agitado, ondulante. Cassandra, concreción. Camino de caricias y de besos desde el primer instante. Curvas y redondez. Fui caballero montaraz, jinete cabalgador, rejoneador del lecho puro e impuro de himeneo. Campirano y citadino a la vez. Maestrante en las corridas íntimas donde recreamos las mejores faenas de Manolete y el Cordobés. Desbravador, amansador de clítoris rebeldes, gaucho de las sábanas. Sentir tus quejas, escucharte gemir transfigurada, envueltos en olores todos nuevos, almidón, fuerza, coraje, ternura, desazón, angustia, temor de las palabras, todo nuevo como el sabor frugal de la saliva. Subir por esa ruta de tus piernas y muslos en la jornada misma del Caimacán de Xenufana, levantado a contrapelo. Decir inconsecuencias, retahílas, versos entrecortados, gemir, gritar, sollozar y quejarse de placer.
Cassandra, Bella en si misma, nace y muere en si misma, belleza creada y descubierta para mi goce. Ajena a lo bueno y a lo malo. Belleza en sí y por sí. Belleza que no necesitaba ser ratificada. Belleza de bellezas, transformadora de ambientes, belleza ignorante de si misma, ajena a las leyes, ni benévola ni modesta, belleza, simple y pura belleza. Esmeralda o diamante corruptible en los límites de su humanidad, en la determinación de sus coordenadas ambientales, en su espacio vital, en su tiempo inenarrable. Como todas las vidas irreparable e irrepetible, cuántos problemas te hubieras ahorrado sin tu belleza, pero no estaba en tí semi-diosa de la tragedia latinoamericana decidir tu destino. No hay demonio ni maldad en el cambio, el tiempo, corriente de violencia y fuerza transformadora, nos arrolla y nos devuelve hechos pedazos, rotos y andrajosos. Poco a poco vamos quedando desgarrados, sometidos a la corriente y a los remolinos.
Gemebundo, Segismundo, inmundo, tremebundo, errabundo, nauseabundo, lapidado, encadenado, desfigurado, formulando los principios de una soledad ansiada y deseada para descifrar los secretos del murmurío y luego del ternurío; elementos propios de una alquimia que quiere transformar en belleza los valores morales. que quiere asimilar la belleza a la felicidad, que busca descifrar los entuertos del inconciente para sacarlos al conciente y volverlos cuocientes, y comenzar a medir la eficacia y la eficiencia, para terminar definiendo la productividad, reduciendo todo a cantidades, ignorando la belleza del conocimiento y de la comprensión, la mecánica cuántica de las mariposas y los sapos;
Comenzamos a vernos a diario, nos salía del alma, era un deseo hepático, una ansiedad, una necesidad insatisfecha que nos obligaba a juntarnos desde la mañana hasta la noche. Nos sentábamos codo con codo, pierna con pierna, brazo contra brazo, "tete a tete", espalda con espalda, peleábamos en los antejardines de Bogotá con mujeres histéricas y enfermas sexuales, envidiosas de nuestro amor y nos pasábamos las tardes leyendo los versos del capitán y soñando largas pláticas con el poeta de Isla Negra. Ignorábamos las multitudes, no poníamos atención a las murmuraciones, andábamos con una muralla hecha de besos y caricias y pegada con versos y sentimientos revolucionarios, asistíamos a conferencias, recitales y conciertos y nos amábamos rodeados de susurros y rumores.
Por eso cuando se estaba afeitando, pensó Lorenzo que iría a conocer, tal vez a alguien interesante.
Apesadumbrado, deprimido, agobiado, cansado algunos días; felíz, eufórico, positivo, lanza en ristre siempre luchando por un buen resultado, luchando contra veinte años de retraso emocional o sexual, Lorenzo Mistral mezclaba libremente sus recuerdos con las retenciones de los hechos pegadas a su cuerpo como una gelatina insoluble. Oh! Cassandra sé a pesar de tu capacidad de lectura y comprensión, que existe una energía vital que nos mueve, la fuerza del “coitus” primaveral puede más que cualquier embeleco de la razón. Todo lo justifican los superficiales y los oportunistas diciendo que el corazón tiene razones que la razón no entiende. No es verdad, son solo falacias para justificar el deseo libidinoso, el anhelar, el ansiar estar atravesada por un joven mancebo de dulzuras persas que se te antoja codiciar y hambrear hasta la locura. Es como morir de hambre, al verlo es como si se despertara el apetito. Y entonces ya no recuerdas tu propia historia, ni tus aventuras, las mismas que odiaste y disfrutaste tratando de refugiarte en los recuerdos del comandante Nelsón y en tu noche de amor en los linderos del chicó al norte de Santa Fé.
Era una mansión, una de esas casas viejas Construída a comienzos de siglo, tal vez había sido originalmente la casa grande de una inmensa hacienda que dominaba la Sabana de Bogotá, desde sus patios se gozaba del maravilloso espectáculo de la degradación del verde apreciable en todos sus tonalidades desde el cuasi-amarillo hasta el ocre-naranja, sobre esa planicie incrustada caprichosamente entre la cordillera. Había sido la casa de acaudalada familia y ahora era la flamante sede del Instituto Andino, colegio privado que fue durante muchos años un internado femenino para niñas y señoritas. La mayoría de esas alumnas tuvo que enfrentarse a la rígida conducción de Doña Carmen Rosa Zamora, quien llegó a obtener la medalla de Boyacá, una de las preseas otorgadas por gobierno a personalidades distinguidas, en este caso, por su actividad como educadora. Ella mezclaba la estricta disciplina con grandes dosis de ternura para resolver los problemas de sus estudiantes, muchas de ellas separadas de sus familias, generalmente de hacendados quienes las enviaban a estudiar a la ciudad apartándose de ellas hasta por periodos de seis meses, así doña Carmen Rosa se convertía en la mamá obligada de las niñas y las adolescentes en una época prácticamente victoriana de la sociedad santafereña. Doña Carmen Rosa era inspiradora, modelo y defensora a morir de los valores de su época, por eso no le era fácil explicar porque sus cuatro hijos le salieron todos revolucionarios.
Las primeras dudas y conflictos fueron con la Iglesia Católica. Los muchachos se negaron a asistir a misa los domingos o a participar siquiera cuando se ofrecían misas con motivo de fiestas patrias u otras ocasiones especiales. Cuestionaron el sacramento de la confesión y por supuesto nadie los vio comulgar jamás, después de que cumplieran los trece años.
Primero fueron las ideas bolcheviques, luego el gaitanismo, entonces el nacimiento del partido comunista y como si fuera poco la revolución cubana. El país siempre ha sido un hervidero de ideas, una permanente e inagotable guerra de ideologías. En medio de ellas aparecieron los hijos de doña Rosa, la educadora.
Ilich se quedo mirándome como sorprendido y me pregunto dubitativo -De verdad quieres irte para el monte? . Si.- afirmé sin vacilar. -Bueno hermano pero es que debe considerar muchos de los aspectos de la lucha, y debe pensar que de todas maneras usted todavía no está físicamente capacitado, piénselo bien. Las condiciones de vida en el monte no son las mismas que tiene aquí. Allí no va a tener la camita caliente en la casa de su papá cada vez que quiera. Usted, sea como sea, siempre tiene el recurso de su casa paterna para ir a refugiarse cuando se sienta cansado o simplemente cuando se quiera dar un baño.
--No me importa ninguna consideración, yo quiero irme para el monte. -
--Hay que vivir con un morral cargado a la espalda, acostumbrarse a la pecueca con unas botas pesadas y sucias, caminar cientos de kilometros y sobretodo tener buena puntería. Tiene que saber tirar, hombre.
Me basta haber vivido con el Padre Domingo para entender que no debo retardar más mi decisión. Jamás he conocido a nadie con una calidad humana mayor, o una mejor voluntad de servicio. Has visto como vive el Padre Domingo, sobre una estera en el piso de la oficina embaldocinada de la sacristía y le ha dejado su cama a doña Panchita, la viuda de Ismael, el chofer que asesinaron la semana pasada por una pelea de tráfico, y por supuesto con los cinco hijitos. ¿Cuándo conoció usted un cura que no cobra diezmos y primicias a sus parroquianos? y que además les consigue medicinas y comida y hasta películas los fines de semana gracias a sus amigos los felinos. No hermano, no me la ponga tan dificil. Usted tiene que conseguirme el contacto para irme al monte.
Ilich se sentía incomodo, Manolo todavía era, en su concepto, muy joven para dejar las comodidades de su casa pequeño-burguesa para embarcarse en tamaña aventura. Quince años y pensando en irse para el monte. Qué valiente y decidido el pelado! pensó Ilich.
Hermano, usted por su condición de clase y por el lugar privilegiado que tiene en la sociedad debe pensarlo mejor. Piense que su papá todavía le está pagando sus estudios. Piense que Usted puede hacer más labor como maestro y enseñando teoría que yéndose ahora para el monte. Hermano: todavía lo necesitamos aquí. Va a pasar un buen tiempo mientras se dan las condiciones óptimas para la toma del poder. Hay que realizar un trabajo de base serio y profundo, debemos crear células y trabajar en los barrios populares. Tenemos que politizar y desarrollar la capacidad crítica de los sindicatos, debemos seguir las directrices del comandante Tigre. El es nuestro Lenin criollo. Ese si es nuestro gallo. El sabe cómo éste trabajo de base va a posibilitar que las parroquias y los sacerdotes afiliados al movimiento puedan reclamar para sí el poder algún día como lo hicieron en la Rusia del 17 los soviets. "Todo el poder para los soviets". Aquí vamos a decir, "todo el poder para las parroquias. Se imagina, Manolo, tenemos más de cien parroquias, grupos de politización, gente de formación marxista, cuadros de base, trabajo de base, escuelas de preparación de cuadros, células de coordinación de los trabajos de los grupos parroquiales cuyos encargados son los gaticos, y los gatos coordinando el trabajo a nivel nacional. Además hermano, recuerde que estamos entrando a realizar otros trabajos en regiones selváticas, en los Llanos y en las fronteras. Cuando se haya avanzado un poco vamos a requerir de la fuerza militar para asegurar la toma del poder, pero el hecho político tenemos que producirlo aquí, en el trabajo con las masas. Le recomiendo la lectura del libro "Que Hacer?" del compañero Vladimir I.Lenin. Solo cuando hayamos creado el hecho político, la guerrilla va a tener que realizar su papel como defensora de los triunfos de las masas populares. Por eso es que le digo hermano, que espere. No se apresure a meterse a la guerrilla asi tan pronto. Yo mismo lo he pensado, y usted sabe hermano que como hijo del comandante Tigre yo podría haberme ido hace tiempo y no lo he hecho, por qué? Bueno porque la revolución hay que pensarla como un juego de ajedrez y hasta el momento el enemigo tiene la ventaja. Ahora nos toca a nosotros, pasito por pasito, ir creando las circunstancias para cambiar las posiciones de las fichas. Hasta el momento solo tenemos peones, hermano, pero nos faltan los cuadros superiores, la gente preparada para dirigir no solo la cuestión militar, que cualquiera la aprende, sino la cuestión política, hay que aprender a jugar el juego y a mover las fichas y en eso estamos crudos.
La lógica del maestro era implacable, reunía en sus clases de física y matemáticas los elementos más innovadores de estas dos ciencias para probar con lujo de detalles la necesidad de la revolución. Cuando lo vi por primera vez estábamos en una de esas temporadas de frío y lluvias que azotan a Bogotá y que traen consigo epidemias de gripa y catarro. Tenía la voz aguda y chillona con un tono bajito de mezzo-soprano, se envolvía alrededor del cuello y por extensión sobre el torso completo, una bufanda de lana tejida diez veces más grande que las bufandas regulares, podría haber sido una ruana, pero con la forma de bufanda. La barba estaba manchada con un mechón de pelo blanco en el lado derecho de la barbilla y andaba con varios libros bajo el brazo, estaba explicando la teoría del valor de Marx, probaba de manera irrefutable las conexiones entre los principios de la física y de las matemáticas con la axiología marxista del capital y eso para mí Lorenzo Mistral, no era cosa de juego. La ciencia es la ciencia y el marxismo era la ciencia que explicaba el funcionamiento de la sociedad, sin lugar a dudas. No es que yo fuera un obrero sub-desarrollado y acostumbrado a dormir en el piso, en casas de cartón, madera y latón, o que hubiera sido explotado por patronos ambiciosos y voraces, o que hubiese sido la víctima de capitalistas deshonestos y aprovechados. No. En absoluto. Yo era un burgués o un pequeño burgués que aceptaba la lógica implacable de las ciencias. Era totalmente un proceso racional. Un alcanzar un estadio de conocimiento superior y comprender la necesidad de la revolución como un postulado científico. Tenía carisma, todo lo que decía venía cargado de una seguridad a toda prueba. "Para ser científico hay que darle...y darle...y darle, es decir, hay que ser disciplinado, constante, decidido." Poco a poco su figura objeto de burlas y charlatanerías por parte de los estudiantes en general, se convertía en una figura autoritaria, se revelaba como un verdadero científico, como el maestro auténtico que todo hombre busca, el hombre que no es presa fácil de los enemigos del alma, el demonio, el mundo y la carne... No fumaba, no tomaba bebidas alcohólicas, no frecuentaba bares o discotecas, no andaba con mujeres de parranda, no celebraba navidades ni año nuevo, no le importaban sus propios cumpleaños ni ninguna de esas manifestaciones pequeño-burguesas que son ridiculeces de gente inconciente acerca de su papel histórico. No, él solamente buscaba tiempo para estudiar, para analizar los problemas de los países subdesarrollados y sus confrontaciones con los países desarrollados.
Este maestro sería definitivo en la vocación revolucionaria de muchos gatos y gaticos, sus directrices y sus orientaciones de origen marxista irían a marcar de por vida a quienes le escuchaban y le seguían.
La vi venir y la reconocí. Se llamaba Cassandra y en ese mismo instante la había amado sin imaginar que algún día ella buscaría la manera de romper los vínculos más profundos de la intimidad que estaba naciendo. Y es que yo Lorenzo el desprejuiciado, el descomplicado, de mente abierta; Lorenzo el poderoso seguro de contar incondicionalmente con Cassandra, no sabría en que momento apretar. No mediría las consecuencias de entregarle su libertad y la totalidad integral de su ser a Cassandra, la contradictoria, la embelesada con los señores, la perdida en el complejo de Electra.
Gracias a ti, Cassandra me hallo ahora aquí como Segismundo "destas prisiones cargado", tratando de comprender cómo permití que me lapidaran de esta manera inconcebible pero real y virtual. De nada vale afligirse ni atormentarse pensando que quizás las cosas hubieran salido mejor si yo hubiera echo esto o aquello, o si en vez de regresar hubiera salido, o si mejor habría sido coger por esta calle y no por aquella. Es tal cual la muerte. no hay regreso, las coordenadas de tiempo y espacio se encuentran un día sobre un puntico en un imaginario plano cartesiano y allí aparecemos, y esas mismas coordenadas se encuentran en otro puntico y desaparecemos, no somos nada, ni siquiera los restos de lo que fuimos, No, no queda nada, ni pasado, ni presente, ni futuro. De nada valen las fotos, los cuadros, las cartas desteñidas. Se habla del pasado como una experiencia virtual, o como un holograma de una realidad que no existe. Un holograma cuya realidad es el holograma mismo. Lo virtual por lo virtual contra lo real-real. Lo virtual contra lo concreto y por supuesto contra lo abstracto.
Estoy en la etapa de la certeza sensible, descubriendo el mundo que me rodea, lo primero que me ofrece mi sociedad es aguardiente y cerveza. Como estoy en la etapa de la certeza sensible, debo agotar la cerveza y el aguardiente. Es cuestión de una venganza personal. A mi abuelo lo acabó el trago, yo voy a acabar con el trago. Después del primero yo ya no soy yo, soy otro, de manera que todo lo que haga después de ingerir éste primer trago, no es mi responsabilidad, sino responsabilidad de ese otro que ya no soy yo. "Bebamos y comamos que mañana moriremos". El que bebe se emborracha, el que se emborracha duerme, el que duerme no peca, el que no peca va al cielo; si al cielo vamos...bebamos! . "bebamos en las cráteras de oro que laboró el cincel benvenutino, champagne bulliente y bullicioso vino, y bebamos el vino y bebamos el vino y bebamos el vino." --Tráiganme otra garrafa, yo la pago. Vino para todos. Una tanda por mi cuenta. "Creéme bebe vino./ Si le das vino a un monte / verás cuan pronto baila, / solo los necios han calumniado al vino./". Invocabamos la memoria de Omar Khayyam y del divino Poe, maestros de la lujuria, la erotomanía y la concupiscencia. Pasabamos los días rijosamente, agotando la etapa de la certeza sensible, descubriendo el mundo que nos rodeaba sin diferenciarnos. Cantando canciones báquicas y baladas romanticonas. Interrumpiendo las horas de estudio para salir a buscar una muchacha... y aunque empezábamos a dar lecciones de moral revolucionaria la fuerza de la libido nos obligaba a buscar desahogo en rápidas y torpes aventuras con las mucamas de las casas de los riquillos y pudientes o con las empleadas que venían de los barrios pobres de la periferia a los bailaderos y rumbeaderos del centro y chapinero prostituyéndose poquito a poco en la creciente ciudad que comenzaba a olvidarse del 9 de Abril bajo la égida utópica del Frente Nacional.
Luego vino Cassandra, Lorenzo descubrió sentimientos insospechados, comenzaron a andar juntos, se volvieron parte total del proceso. Cassandra fue el mundo que le rodeaba, Lorenzo cribo ese mundo, aprendió de él, aprehendiéndole, besando, amando, acariciando, manteniendo relaciones sexuales, gozando de su sexo. Pasó de lo real a lo pensado, Cassandra fue un poema, una carta, un perfume…Cassandra fue lo pensado y lo real.
Tendimos toda la ropa sobre el piso de madera, un vestido y otro y otro. Uno encima del otro, acomodamos los ganchos de colgarla o simplemente los quitamos para no maltratar el cuerpo e iluminados con la luz que venía de la calle comenzamos la faena del sexo y del amor. Ya habíamos hablado suficiente. Agotado los temas acerca de los gatos y los gaticos, las discusiones sobre el valor de la virginidad y las experiencias sexuales, las historias de las aventuras o de los amores pasados. Cuándo fue la primera vez? Cómo fue? Con quién?. Ya los corazones habían sido tocados pasando del conocimiento y la comprensión a la solicitud expresa de la satisfacción del deseo y por supuesto solo quedaba la práctica tierna y brutal y el encuentro físico de lo duro y lo blando en medio de lo húmedo y lo gelatinoso.